
Las personas: nuestros sensores más valiosos

Vivimos en una era donde la tecnología puede medirlo casi todo con una precisión milimétrica. Desde la acidez de un vino hasta la textura de una crema cosmética, los instrumentos analíticos nos ofrecen datos objetivos, repetibles y detallados. Y sin embargo, en análisis sensorial seguimos confiando en las personas. ¿Por qué?
La respuesta es simple, pero profunda: los instrumentos miden estímulos, pero solo las personas nos dicen cómo se perciben.
¿Por qué seguimos utilizando personas en análisis sensorial?
Hoy en día contamos con espectrofotómetros, cromatógrafos, texturómetros o narices electrónicas que permiten analizar con exactitud las propiedades físico-químicas de un producto. Estas herramientas son esenciales para el desarrollo y control de calidad. Pero, ¿son suficientes?
Pues no del todo. Que un yogur tenga una textura técnicamente "cremosa" no significa que resulte agradable en boca. Que un perfume tenga notas florales no implica que será percibido como elegante o fresco. Aquí entra la percepción humana: compleja, subjetiva, influida por factores fisiológicos, emocionales y culturales.
La percepción sensorial ocurre en el cerebro, no en el laboratorio
No todos percibimos igual. Un mismo sabor amargo puede resultar estimulante para algunos y desagradable para otros. Un olor a tostado puede evocar recuerdos reconfortantes... o pasar desapercibido. Esto se debe a que la experiencia sensorial está mediada por:
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El estado físico y emocional de la persona.
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Su historia sensorial: cultura, hábitos, preferencias previas.
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Su contexto de consumo: entorno, momento del día, expectativas.
Es decir: no solo detectamos estímulos, los interpretamos. Y esa interpretación es lo que determina si un producto gusta, fideliza… o fracasa.
¿Qué aporta el análisis sensorial con personas?
El análisis sensorial no solo valida si un producto es “correcto”. Nos ayuda a entender cómo será vivido por los consumidores. Y por eso es una herramienta imprescindible para:
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I+D: reformular, innovar, ajustar al perfil deseado.
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Calidad: garantizar consistencia sensorial lote a lote.
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Marketing: identificar preferencias y mejorar la experiencia.
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Investigación: explorar vínculos entre propiedades técnicas y percepción.
En todos estos casos, los datos generados por paneles entrenados o consumidores reales son el reflejo más directo de la experiencia final.
Tecnología y personas: una alianza estratégica
No se trata de elegir entre instrumentos o personas. Se trata de combinar lo mejor de ambos mundos.
La tecnología aporta objetividad y eficiencia. Las personas, percepción y significado.
En Sensesbit trabajamos con ambas dimensiones: digitalizamos, automatizamos y analizamos, pero siempre partiendo de la experiencia humana como núcleo del análisis sensorial. Porque ningún sensor es más preciso que una persona cuando se trata de entender cómo se vive un producto.
En resumen, utilizamos personas porque queremos diseñar productos que conecten, emocionen, convenzan. Y eso solo puede medirse con quienes realmente importan: los propios consumidores.
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