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¿Por qué un mismo producto no gusta a todos por igual?

Escrito por Liss Suárez | 15-jul-2025 14:15:00

 

¿Y si el problema no es tu producto, sino a quién se lo estás ofreciendo?

Durante años, muchas marcas del sector alimentario han perseguido un ideal casi mítico: crear el “producto perfecto”. Una receta única capaz de conquistar por igual a niños, adultos, consumidores exigentes, compradores impulsivos y foodies empedernidos.

Pero hay una verdad incómoda que cada vez más empresas están descubriendo:
no existe un producto que guste a todos. Y cuanto antes lo aceptes, antes podrás convertir esa diversidad de gustos en una ventaja competitiva y rentable.

El mito del "producto para todos"

Intentar gustar a todo el mundo es como diseñar un zapato de talla única:
puede que entre, pero rara vez encaja del todo bien.

Lo que para un grupo de consumidores es “justo en su punto”, para otro puede ser “demasiado dulce”, “muy blando” o “falto de carácter”. Estas diferencias no son errores, son señales. Y lo importante no es eliminarlas, sino aprender a medirlas.

Ahí es donde entra la herramienta que transforma el gusto subjetivo en decisiones objetivas: el análisis sensorial.

Reformular sin rumbo: un coste silencioso

En la práctica, muchas empresas siguen esta secuencia:

  1. Lanzan un nuevo producto.

  2. Aparecen devoluciones o baja rotación.

  3. Se reformula en base a intuiciones u opiniones internas.

  4. Se vuelve a lanzar... y se repite el ciclo.

¿El resultado? Tiempo perdido, inversión de I+D diluida y decisiones sin consistencia.

Pero cuando puedes aislar con precisión qué no está funcionando (y para quién), puedes reformular con foco y minimizar riesgos.

Caso real: el snack con buena receta, pero mala textura

Una marca de snacks lanzó unas chips de legumbres con un gran despliegue publicitario. El retail respondió bien... pero las ventas no. ¿Por qué?

Un análisis sensorial con consumidores reales reveló algo revelador:
la textura era demasiado dura, lo que generaba incomodidad al masticar. El crujido, que internamente se consideraba un atributo positivo, resultaba excesivo para el consumo repetido.

La solución no requirió cambiar ingredientes ni sabores: solo se ajustó el tiempo de horneado para suavizar la textura. Resultado: +36% en rotación comercial en el trimestre siguiente.

El gusto no se improvisa: se mide

¿Qué hace que un consumidor diga: “esto me encanta”?

No siempre es la marca. Ni el precio. A veces, ni siquiera es el sabor en sí.
Puede ser una combinación sutil entre dulzor, textura, retrogusto o liberación del aroma.

Y detrás de un “me gusta” puede haber millones de euros en ventas.
Pero detrás de un “no me gusta”, hay otros tantos... que dejamos de ganar. Por eso, la única forma de anticiparse al rechazo del mercado es esta: medir las percepciones reales del consumidor y convertirlas en datos útiles. Eso es análisis sensorial. La ciencia aplicada a lo que se percibe.

Conclusión: entender no es encuestar, es analizar

Los consumidores no se equivocan. El error es tratar de gustarles a todos con la misma propuesta. Cada perfil tiene sus preferencias. Y cada preferencia puede convertirse en una oportunidad... si se detecta a tiempo.

En Sensesbit, ayudamos a las marcas a tomar decisiones con datos sensoriales reales. Porque reformular sin entender es como navegar sin brújula.

El producto perfecto no existe...pero el favorito de tu cliente, sí.